Sigo la novela cubana como ávido lector y como autor en ciernes. En las últimas dos décadas hay una buena selección de obras que, o tocan brutalmente la realidad desde lo sucio como la de Pedro Juan Gutiérrez, o huyen de la isla cotidiana con temas históricos para nada vinculados a la revolución como Chiquita de Antonio Orlando Rodríguez y la magnífica literatura fantástica de Daína Chaviano. Algunos géneros como la novela negra adoptan matices sociales en sus más recientes publicaciones como ha hecho Leonardo Padura. La lista de autores es extensa, desde los laureados a los no tan conocidos pero puedo decir (sin temor a equivocarme) que la rabia y el dolor es un trasfondo recurrente en mucha de la memoria novelada de las últimas décadas, muy lejos de aquella De Peña Pobre de Cintio Vitier y con menos evocación nostálgica que La Habana para un infante difunto de Guillermo Cabrera Infante.
Prostitución, marginalidad, desencanto, doble
moral, ruina de un sistema, incertidumbre ante el futuro y el drama de emigrar
son los temas repetidos, todos permeados de un pesimismo rotundo
independientemente de la técnica del autor o del valor literario de la obra.
Por eso, acabo de leer con agrado Cubamía, de la
autoría de la actriz cubana Inés María López Hernández, que reside en Italia hace
más de veinte años. Porque derrocha optimismo y honestidad en su historia desde
las primeras páginas.
La novela,
escrita en primera persona, utiliza un lenguaje asequible sin grandes incursiones
posmodernas como no sea la inclusión de algunos textos de canciones. Pero desde
luego que no faltan los giros poéticos a pesar de una abundancia de diálogo que
delata en la autora a una experta guionista de telenovelas.
A mitad de camino
entre un costumbrismo contemporáneo y la autobiografía, Cubamía traza un rumbo irregular del clásico bildungsgroman¨ cuando
nos lleva a través de espléndidas anécdotas personales desde una niñez de carencias,
pasando por una juventud de desencuentros, hasta una adultez de crecimiento
personal y defensa forzada ante el desarraigo inevitable que conlleva emigrar.
Amena y seductora
en su candor, Cubamía es un libro de fácil lectura donde la esperanza y el amor
a la familia ocupan un lugar central más allá de la experiencia narrada que es válida
para cualquiera que emigra sin recursos. Termino la lectura y me queda un buen sabor
a ternura para un buen rato. Y me dan
unos deseos tremendos de ir a tomarme un café en la terraza del hotel en Bassano
del Grappa y darle un abrazo agradecido a Inés María López Hernández por
habernos desvelado, con sinceridad magnífica,
un pedazo de su alma.
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