Carl Jung definía los símbolos como: “términos, nombres, y algunas veces dibujos que pueden ser familiares en la
vida diaria, al mismo tiempo que poseen una connotación específica además de su
significado convencional y obvio. Implican algo vago, oculto, y desconocido
para nosotros.”
Los símbolos, parte integral de la
naturaleza humana, han proliferado en todas las culturas y en todos los tiempos.
Y es un hecho probado que esos símbolos no
son meros objetos culturales: son representaciones de la realidad que influencian
y educan, resonando en nuestras emociones y acumulando durante años su
significado subliminal en nuestra memoria.
Por eso han sido utilizados
ampliamente como estrategias de mercadeo en anuncios y también en
las imágenes de las campañas políticas.
Y el uso a largo plazo de esos símbolos
(al igual que las palabras), impregnan nuestro sistema de creencias más allá
del alcance de la razón objetiva. Sobre todo si esos símbolos, sean una bandera,
un color como el rojo, o una figura como el Tío Sam sirven para ratificar un
prejuicio en el que hemos crecido toda una vida.
El movimiento Metoo, promovió un
cambio en muchos símbolos que tenían una implicación machista y también promovió
términos que definían posturas ancestralmente patriarcales. Como el mansplaining
(neologismo anglófono basado en la composición de las palabras man /hombre y
explaining /explicar) que se conoce por esa circunstancia cuando un hombre
interrumpe a una mujer para explicarle algo de manera condescendiente, por el
simple hecho de asumir que él tiene un mejor manejo del tema que se esté
tratando sin ningún tipo de prueba, desacreditando a su interlocutora simplemente
por su género.
Veo esta noticia de retirar el nombre a Aunt
Jemima en los medios y me parece que es solo otra decisión en el contexto de
cambiar estereotipos, educar hacia un cambio de actitud y eliminar información subliminal
toxica. Es un paso de los muchos que son
necesarios para luchar contra el racismo.
No en balde Riché Richardson, profesor en la
Universidad de Cornell, declaraba : ¨La tía Jemima es una imagen retrógrada de
la mujer negra en los estantes de las tiendas. Es una imagen que se remonta a
la plantación antebellum ... Tía Jemima es ese tipo de estereotipo que se basa
en la idea de inferioridad y ver al negro como ¨el otro¨. Es urgente eliminar
nuestros espacios públicos de muchos de estos símbolos que para algunas
personas están desencadenando y representan el terror y el abuso.
No amigos cubiches, no van a hacer lo mismo con la
mayonesa Doña Delicias, allí donde no han sido capaces de incluir la masacre de 3000
negros por manos del gobierno la Guerrita de 1912 en los libros de
historia.
No amigos norteamericanos, no le van a retirar el
nombre a los productos de Betty Crocker o a las tartas de queso de Sara Lee. Porque Betty no tuvo un abuelo esclavo
y Sara era la nieta blanca del dueño de la compañía en Chicago. Y ninguna de
las dos pertenece a una minoría discriminada ni les han partido el cuello por veinte pesos falsos o les
han metido tres balas en la espalda por correr borrachas.
Estaría bien crear el neologismo Racialsplaining
para definir cuando esos que llevan el racismo por dentro sin a veces ni
saberlo, quieren desacreditar que se cambien símbolos que contribuyen a denigrar
a un grupo al que ellos no pertenecen.
Caso
cerrado.
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