Los gallegos y vascos son muy claros
cuando las encuestas les han preguntado sobre qué líder quieren que les
gobierne. Alberto Núñez Feijóo Feijo e Iñigo Urkullu son la opción favorita
para el 53,1% y 50,6% de sus respectivas comunidades autónomas.
Su estilo de liderazgo moderado es más
fuerte que el respaldo a sus respectivos partidos, PP y PNV. El primero, en un
giro al lado más extremo de la derecha que ha purgado sistemáticamente a todos
los mas centristas de la época de Zoraya con lo cual, solo el 50% de los de calle
de Génova ve al gallego con buenos ojos. A pesar de la inquina solapada, las
predicciones apuntarían a que Feijóo conseguiría 40-42 diputados, lo que
supondría su cuarta mayoría absoluta consecutiva, pero esta con un valor sin
precedentes, puesto que ahora concurre con la competencia de Ciudadanos y Vox. Estos últimos dos parece que no van a comer
caldo gallego.
De Urkullu se dice que estará en 31-34
escaños y puede superar el récord histórico de Juan José Ibarretxe en 2001,
cuando el PNV obtuvo 33 diputados. Pese al éxito, no tendrá mayoría y su socio continuaría
siendo el PSOE.
Unidas Podemos, el socio del gobierno tampoco
va a tener un verano cálido en este territorio. Su representación gallega, En
Marea, que llegó a ser segunda fuerza política puede quedarse en solo 5 diputados
y en Euskadi bajan al tercer lugar. Les sigue pasando factura coaliciones formadas
a partir del movimiento popular 15 M intentado unir diferentes posturas a la
izquierda con el débil engrudo del descontento social y el viejo argumento
bolchevique de la clase oprimida. Y la fractura
del mesianismo de Iglesias que trajo el Mas País de Errejón, entre otras. Todavía
están discutiendo a ver quien es la izquierda mas pura y mientras lo hacen,
pierden votos. Porque hacer política no es dar conferencias de ideología. Es
que no somos Portugal.
Ciudadanos en estos territorios no crece. El
clima allí es mejor para las manzanas que para las naranjas. Y es que, hace solo
poco más de un año iniciaron la travesía del desierto lanzados por un Albert
Rivera que tuvo oídos sordos a la posibilidad de un gobierno de centro junto con
PSOE (algo que pedían desde los bancos hasta la UE). Fueron los momentos en que
recibieron el varapalo de pasar de 57 escaños a 10, y su postura centro liberal
se disolvió. Todavía Arrimadas no convence sin son bisagra, tornillo u otro
tipo de herramienta.
VOX, la ultraderecha filo franquista, tiene un
muro a lo Trump en el Norte que le impide la conquista de España. Solo tienen un
diputado en Asturias y otro en Cantabria. Y en estas elecciones regionales, las
predicciones son que ¨No pasaran¨ y esta vez no lo gritan comunistas. A Santi Abascal no lo quieren en su tierra y
por algo será.
En todo esto, el PSOE se beneficia. Reforzará
su posición en Euskadi de manos de PNV, un socio que busca ese punto común necesario
para pactar en política. PNV ha sabido mantener la moderación sin perder sus raíces
nacionalistas y el mejor ejemplo es ver las formas de su vocero en el Congreso,
Aitor Esteban, con una mesura y un talante que lo elevan por encima del resto. Sobre todo, con los que representan al
PP, los agitadores mediocres de foro televisivo Teodoro García Egea y Cayetana
Álvarez de Toledo.
Presiento que el inminente triunfo del
gallego Feijóo y el pobre resultado en el País Vasco de dar una puñalada
trapera al zoraidista Alfonso Alonso pueden tener su efecto inmediato en la
directiva del Partido Popular. Y que la gente, en general, está cansada de tanta
crispación. Y que el tema Cataluña y España se rompe ha perdido relevancia con
las divisiones intestinas de los independentistas, el cansancio que el tiempo
siempre trae, y la pandemia / crisis que tenemos.
Y que ya se ve venir que el gobierno de coalición
del PSOE UP va a terminar esta legislatura.
Quizás veremos a Casado alejarse del
lenguaje destructivo e ineficiente y aprender de sus mayores.
Y dejarle
la convulsión neofascista a Abascal, el que no se come ni una anchoa en el
Norte.
Parece que en el Norte el calor del verano
va a ser moderado,
Por
eso no me extraña que Casado apoye al PSOE en el decreto a la nueva normalidad.
Lo que trajo el barco.
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