Hitchcock, Lola y el vértigo infinito


 Quiero que sepan que la palabra vértigo se deriva del latín vertere que significa dar vueltas o girar. De ese modo empezó la conferencia aquel ilustre profesor de Medicina allá por los años setenta. Y entonces, me inculcó el concepto de que el vértigo era una ilusión de movimiento, ya sea del mundo exterior que gira alrededor del individuo o de la persona que gira en el espacio.

 Despues, en un resquicio cultural de los que se daban en mi isla, me tocó la suerte de poder ver la película de Hitchcock, rodada en 1958, pero solo entonces permitida en Cuba. Aquella espiral en la pupila arrastrándose a un abismo infinito envuelta en la música de Bernard Herrmann fue la antesala de un momento que cambiaría mi conocimiento médico de un tirón. Al terminar la proyección, comprendi que el vértigo es, por sobre todos los posibles conceptos  que nos digan, un miedo incontrolable. Es la atracción obsesiva y fatal de lanzarse al vacío, el frenesí de perderte en la caída y dejar de existir.

 Lola Vega comparte con Hitchcock esta idea del vértigo en su novela ¨Muerte de un Bróker¨. El maestro era un conocido voyeur y la escritora no se queda atrás. Con mórbida deleitación, Lola pone su ojo por una hendija donde sus personajes van y vienen atrapados por el pathos de alguien que ha muerto de forma violenta. Sufrimiento, desenfreno pasional, tristeza y atracción enfermiza que solo permite desencuentros. Y todo esto en el entorno de Ronda, una ciudad de las mas antiguas y hermosas de España, que vive, vertiginosa, a horcajadas sobre un tajo de más de cien metros por donde corre el río Guadalevín.

 ¨Muerte de un Bróker¨ es quizás una novela de misterio o negra. Puede que sea de terror o fantástica. O todo eso. De lo que estoy seguro es que cumple lo que para mí es la función primaria de una novela: que me haga adicto en su lectura.

 Creo que Lola Vega, periodista experta, aquí se vuelve deliberadamente malintencionada. Te obliga a mirar por esa hendija que ha abierto en forma de novela y te hace caer por una profundidad que te atrapa en su violencia, por una grieta sin fin de alucinaciones dolorosas por donde escapa la vida. Todo ello, con un ritmo frenético hacia el vértigo que compartes con Mariela, su protagonista, como si fueras su alterego.

Ya lo habia vaticinado Milan Kundera en “La insoportable levedad del ser”: ¿Qué es el vértigo? ¿El miedo a la caída? ¿Pero por qué también nos da vértigo en un mirador provisto de una valla segura? El vértigo es algo diferente del miedo a la caída. El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados.

 Y ahora ese mismo vértigo, ese mismo, te lo devuelve ¨Muerte de un Bróker¨ através de la pupila de una escritora habilidosa de la que solo me queda esperar su próximo regalo literario.

Comentarios

Gracias queridisimo Juan Carlos, muchas gracias
Anónimo ha dicho que…
a mi lo que no me gusta nada es la portada, le aconsejo a la autora que la cambie. Un saludo