Ha sido un escándalo en las redes.
La obra Revolución del pintor Fabián Chairez que
muestra un Zapata afeminado, cabalgando desnudo y con sombrero rosa, ha
destapado no solo las críticas de los zapatistas y patriotas mexicanos y los comentarios
en las redes.
El nieto del revolucionario, Jorge Zapata, dijo
que se emprenderán acciones legales contra la Secretaría de Cultura y el
Palacio de Bellas Artes, este último el sitio de la exhibición.
Y precisamente
en la puerta de este maravilloso recinto art deco, se han congregado campesinos
y religiosos a impedir la entrada y a dar palos a manifestantes LGBT.
Todo esto
en la Ciudad de México que fue la primera en 2010 en aprobar el matrimonio
entre personas del mismo sexo que ya es legal en diecinueve estados a nivel
estatal.
Y en un país
que preside López Obrador quien dijo en su toma de posesión: "Este es un
gobierno que representa a todas y a todos los mexicanos, por eso este día, 17 de
mayo, Día contra la homofobia, se trata este asunto que tiene que ver con las
libertades y no permitir la discriminación, independientemente de la forma de
pensar de cada quién, tenemos que ser respetuosos de las libertades, no es un
asunto de tolerancia, es un asunto de respeto a las libertades".
No nos extraña que la familia de Zapata, que vive
de usar su nombre para marcas de tequilas y sombreros, se disguste con esta
obra de arte provocadora. A pesar de que
hay mucho gay y lesbiana que toma tequila y visten de vaqueros. Lo curioso es que no hayan demandado a los
historiadores que han hablado de la orientación sexual del Caudillo Del Sur.
A mí la pintura en cuestión me parece mediocre, de
hiperrealismo folclórico y de un estilo pop art que no me maravilla.
Pero esto
no va de arte.
Ni siquiera
va de historia.
En 1995,
Samuel Brunk publica su Emiliano Zapata: Revolution & Betrayal in Mexico¨
donde da datos certeros de que Zapata y
que tuvo dos amores masculinos que marcaron su vida. En su libro ¨¨Las mieles
del poder, el periodista Alejandro Sánchez también hace hincapié en el romance entre
Emiliano Zapata e Ignacio de la Torre y Mier, el llamado "yerno
incómodo" de Porfirio Díaz. Y su relación
con Manuel Palafox, un militar diestro, confiable y abiertamente homosexual es
un hecho innegable. Palafox estuvo a punto de ser fusilado por ser "peculiarmente
afeminado", pero Zapata lo salvó y lo convirtió en su asistente,
secretario y eventual pareja.
No estamos ante un grupo que confunde machismo con
valentía y heroicidades.
Lo que
presenciamos es el resultado del pacto infernal de MORENA con los evangélicos. En
las últimas elecciones mexicanas, ganó la alianza de Andrés Manuel López
Obrador con el Partido Encuentro Social (PES), inspirado en valores evangélicos
y políticamente pragmáticos. En un caso como el mexicano, con una larga
tradición laica que separa las iglesias del Estado, anclada en la Constitución
de 1917, esto no solo es la irrupción de «los evangélicos» en política, sino la
legitimación de nuevos discursos religiosos y reconfiguraciones políticas y
sociales.
Son estos
los ofendidos con el ¨pecado¨ homosexual de Zapata.
Son ellos los que promueven el odio a la comunidad
LGBT llegando a la violencia.
Porque de vivir Emiliano Zapata hoy en día,
hubiera colgado el cuadro Revolución en la sala de su casa.
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