La tribu



Un individuo que ha vivido por un tiempo con vestuario y nombre de mujer de la noche a la mañana se deja la barba en plan ¨quiero ser gender bender¨ y dice que no entiende que una mujer transexual sea lesbiana o que un varón heterosexual se ponga unas bragas.
Una amiga me llama machista porque critico a una conocida y mediocre cantante mexicana que es petarda insufrible y he dicho que es fea y desnalgada.
Un catalán secesionista le dice fascista al cantautor Joan Manuel Serrat.
La sociología considera que el tribalismo es un fenómeno cultural por el cual los individuos crean grupos u organizaciones de naturaleza social con los que identificarse y reafirmarse. Las tribus urbanas, asociaciones de gentes unidas por una peculiar visión del mundo, son la expresión en su máximo exponente del tribalismo actual.
El patriotismo, tan de moda en los movimientos nacionales populistas en estos días es también un tribalismo. Porque política es una palabra griega que significa el negocio de gobernar a una tribu.
Sea derecha o izquierda, feminismo o machismo, racismo o indigenismo, la cohesión en estos grupos puede llevar a estereotipos que marcan aún más la diferencia con el resto.
 La tendencia es muy antigua porque somos animales tribales que tendemos a vivir en clanes desde el Neanderthal. Y el individualismo, ese derecho a pensar diferente y a sentirse libre en la búsqueda de la verdad o de las posibles verdades, es la némesis de la tribu que necesita de símbolos como las banderas y de los estereotipos para existir.  
Al ser víctimas del tribalismo, creamos silos que separan con rigidez nuestras convicciones hasta hacerlas prejuicios. Es lo que lleva a la polarización en política (y en casi todo) que vemos hoy en día con una guerra de posiciones que, en su mayoría, no son opiniones que representen algún valor o aporten elementos de juicio, sino simplemente decir justo lo opuesto del adversario, ese que no pertenece a tu tribu.
El tribalismo existe porque nos creemos las mentiras que nos contamos. Y nos impide entender la diferencia entre rol sexual, género e identidad sexual. O etiquetamos cualquier comentario que no sea enaltecer a una fémina como machismo. O le gritamos fascista a quien se la jugó siendo rojo durante el franquismo solo porque no quiere la separación de Cataluña.
Y detrás de todo, lo que existe es la necesidad de pronunciarnos como lo que creemos que somos por esa identidad que nos marca la fuerza aparente de pertenecer a una tribu.
 Las redes sociales son un verdadero escaparate identitario donde vamos haciendo el relato de lo que creemos ser, sintiendo la necesidad de pronunciarnos a favor de una u otra tribu o pasar el mal rato de ser excluido si no te pueden encasillar. Intenta en España decir que eres de centro izquierda pero que no te desagradan algunas propuestas de Ciudadanos. O di que estás de acuerdo con eliminar el 23 por ciento mundial de diferencia salarial entre hombres y mujeres y que condenas a los violadores de la Manada, pero que tienes las mismas dudas que Catherine Denueve con algunas denuncias del Metoo. O di que estas totalmente en contra de Trump pero que la última movida de que cada cual cargue con su terrorista casero preso en Siria te parece acertada. O que no soportas la dictadura de Maduro pero no quieres una intervención armada norteamericana para Venezuela.
Atrévete. A ver de qué tribu eres.

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