Una sepultura para Paco


Mujeres haciendo un saludo nazi en homenaje a un franquismo que las hubiera conminado a la obediencia domestica absoluta y a la autorización marital o paterna hasta para comprarse un auto. Jóvenes que no conocieron al dictador gallego a favor de mantener al Caudillo en ese parque temático del franquismo que es el Valle de los Caídos. Unos cientos que llaman la atención por el motivo de la protesta pero que no hacen mella en las encuestas que mayoritariamente reflejan el deseo de los españoles de trasladar los restos de Franco a una tumba familiar en vez de mantenerlo como símbolo adorable en un mausoleo que contiene huesos y rezuma la sangre de muchas de sus víctimas.  
 Y se alarman que no existan leyes en España frenando la apología al fascismo como en Alemania o Francia. Pero olvidan que francos y teutones, votaron, auparon y condonaron al fascismo en su países por lo que purgan su culpabilidad de grupo mientras los españoles heredaron una versión local fruto de una cruenta Guerra Civil. Y por ello, la transición a la democracia española ocurrió con mucha flaqueza al mirar a los crímenes pasados por miedo a revivir un conflicto que se llevó más de 200 000 vidas y muchas más por el exilio y la hambruna que le siguieron.
En la construcción del Valle de los Caídos, que duró 18 años, participaron 20.000 presos sometidos a las normas del Patronato Central de Redención de Penas por el Trabajo. Se inauguró oficialmente el 1 de abril de 1959 coincidiendo con el 20 aniversario del fin de la Guerra Civil a un coste estimado en 6.529.758 de euros. En el Valle de los Caídos yacen los restos de 33.833 personas (21.423 identificados y 12.410 sin identificar) de ambos bandos de la Guerra Civil, que fueron llevados allí entre 1959 y 1983 en 491 traslados desde fosas y cementerios de la mayoría de las provincias españolas. Resulta difícil  comprender que junto a las victimas duerma el mayor de todos sus verdugos. Pero como la memoria es breve, el decoro escasea y la ignorancia es frecuente no debemos extrañarnos de ver lo que estamos viendo.
Desde luego que es un ejercicio de derechos humanos devolver el abuelo Paco a su familia, a quienes les sobra dinero y propiedades expoliadas a los españoles para darle sepultura a su muerto, que hasta un título nobiliario les inventó. Aunque el tribalismo partidista de uno y otro color y el fanatismo ideológico le quieran dar otra lectura y ganar réditos populistas.
El entierro de Franco en donde siempre debió estar es faena fácil. Hurgar en las cunetas y fosas comunes para encontrar a los más de 114 000 desaparecidos cuyos restos no han sido recuperados ni identificados  es la tarea pendiente. 
En esto, solo Camboya está por delante de España.


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