Leo que AMLO, esa
promesa nacional populista cuyo nombre en siglas me parece el de un medicamento,
va puntero a ganar las elecciones mexicanas. La historia del caudillismo y el
nacional populismo como receta ganadora en política es universal pero desde luego
que en América Latina alcanza niveles virales. La historia mexicana es, entre
otras, la de la apoteosis del
caudillismo. Solo una breve mirada a los
murales de Diego Rivera o a las novelas de López y Fuentes nos muestra ese tema
recurrente de la apología a la masa, esa muchedumbre anónima, que se organiza en
falsa rebeldía para apoyar las tesis gubernamentales de un líder carismático que
las conduce como un rebaño.
Ya en 1895, Gustave Le Bon publicaba su “Psicología
de las masas” que tanto ha influenciado a individuos como Freud pero que sigue
siendo un libro de referencia inevitable para seres sin escrúpulos, desde
políticos a fundadores de sectas y en general para todos los que desean vivir a
costa del sudor del prójimo.
Por ejemplo, Le
Bon nos habla de cómo la masa “es juguete de todas las excitaciones exteriores y
los impulsos a los que obedece son lo bastante imperiosos como para que se
borre el interés personal”. Va más allá el autor y explica el comportamiento dócil
de la masa a las sugestiones y su “servilismo ante una autoridad fuerte”. Y concluye:
“La moralidad de las masas puede, según las sugestiones, ser mucho más baja que
la de los individuos que las componen. Las masas tienen raramente como guía el
interés, el cual es la mayoría de las veces el móvil exclusivo del individuo
aislado”.
¿Habrán leído este
libro Trump y AMLO?
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste,
emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…
César Vallejo
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