Heroínas en tres actos


Acto Primero
En 1995 me invitaron a un homenaje casi clandestino que le hicieron a La Coco. Ella era un transexual que llegó a tierras de libertad cuando el órdago migratorio de Mariel. En un patio del Noroeste de Miami, se improvisó un espectáculo de amigas de la noche que cantaron e imitaron, compartiendo en secreta complicidad el cercano final de La Coco. Luego supe que murió de cáncer como complicación  del HIV. Alguien me lanzó a la cara el detalle morboso de que La Coco, desesperada por alcanzar en físico una femineidad que siempre sintió suya, se dejó infiltrar silicona industrial en la piel de los pectorales que se moldeó  manualmente en un par de pechos de mujer. Con la consunción  de la enfermedad terminal, la silicona se corrió por el cuerpo  formando tumefacciones hasta en los tobillos. A La Coco (¿se pondría el nombre por Chanel? ) la velaron en una caja cerrada.  

Acto Segundo:
En Mayo del 2014, Laverne Cox ofrece una entrevista a Kaitie Couric, la reconocida periodista donde cuenta su historia de niño negro acosado e intimidado en la escuela y en el barrio por su afeminamiento. Una historia con matices más tenebrosos  cuando dice que sucedió en Mobile, Alabama. Laverne huye a Nueva York y sale de su armario transgénero  a golpe de muchas hormonas, algún bisturí y mucho sacrificio como una bella actriz negra que alcanza reciente fama en la serie de Netflix “ Orange is the New Black”. La entrevista la lleva a ser la portada de la revista “Time”.  Laverne educa a todos cuando dice:  “No hay una sola una experiencia trans. Y creo que lo que tienen que entender es que no todo el mundo que ha nacido siente que su identidad de género está en alineación con lo que le fue asignado al nacer, basado en sus genitales. Si alguien necesita expresar su género de una manera que es diferente, que eso está bien, y que no se le debe negar la asistencia sanitaria. Ellas no deben ser intimidadas. No merecen ser víctimas de la violencia. ... Eso es lo que la gente necesita entender, que está bien y que si no se siente cómodo con ella, entonces usted necesita mirarse a sí mismo. Cuando se trata de términos, trans o género no conforme son dos grandes términos que pueden abarcar una variedad de diferentes experiencias”. Laverne Cox se convierte en una líder por la igualdad de derechos de los transexuales recorriendo el país con un discurso de campaña titulado "¿No soy una mujer?

Acto Tercero:
En April del 2015, Bruce Jenner, medallista olímpico, exatleta y figura de la televisión estadounidense concede una entrevista a Diane Sawyer. El sexagenario padre de seis y padrastro de las escandalosas Kardashians, causa sensación  cuando revela  que siempre estuvo confundido con su identidad sexual y dice “Sí, soy una mujer”.  Curiosamente, no pide que la llamen por un nombre femenino ( algo tan al centro de la identidad personal)  y aclara nerviosa: “No soy gay” . Diane Sawyer, tan inexperta como muchos en distinguir género de orientación sexual,  no se percata que Jenner es una mujer lesbiana  que ha mantenido relaciones satisfactorias con varias mujeres por toda su larga y oculta vida femenina. Solo un mes después, Jenner, aparece en la portada de Vanity Fair y pide: “Llámenme Caitlyn” La foto glamorosa con un corsé de profundo canalillo, mucho rímel y sensualidad sirve de antesala a una avalancha de agasajos y aplausos que incluyen hasta el Presidente Obama. Se habla tanto de heroísmo y valentía que los comentarios negativos se disuelven con rapidez, incluyendo una fundamentalista bíblica que llega a pedir que le retiren a Caitlyn la medalla de oro que ganó Bruce.    

Acotación:
Mucho coraje tuvo la pobre hispana de Miami que entre droga, escarnio, prostitución y otros males que aún son parte de la realidad transexual de cada día, decidió agredir su cuerpo con plástico para poder “pasar” como la mujer que siempre fue.
Más que valiente considero a la afroamericana actriz que utiliza su éxito profesional siendo transexual para luchar por muchas otras como ella,  que viven al margen de cualquier derecho y sin respeto alguno en nuestra sociedad.
Trascendental resulta para la información pública que la medallista olímpica de a conocer al mundo su sufrimiento por vivir como mujer en el cuerpo equivocado y su decisión de emplear setenta mil dólares en alcanzar  una imagen congruente con la iconografía clásica del estrellato femenino.
 Sin embargo, me temo que la transformación de Caitlyn  sea el preludio de un espectáculo comercial a gran escala. Veo “reality show”  en cada pose lánguida, en cada vestuario tan voluptuoso como el de su hijastra Kim.
Cuando Simone De Beauvoir en su obra “El Segundo Sexo” escribió  “no se nace mujer, llega una a serlo" , aclaró que lo que entendemos por atributos de una mujer (coqueta, frívola, caprichosa, sumisa, delicada, sensual, etc.) es un producto cultural que se ha construido socialmente.  Mucho me temo que Caitlyn, ha querido salir de su armario como el epitome de la imagen femenina deshumanizada que siempre ha vendido las industrias de la moda y el entretenimiento. Esa misma imagen que relega a la mujer a bello objeto y que tantos problemas de autoestima ha traído a las que no pueden o no tienen recursos para alcanzar esos estándares tan apreciados en una sociedad mayoritariamente machista.  
Te llamo Caitlyn, te acepto totalmente como mujer pero lo siento, de heroína femenina te veo poco.
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