Me han inundado el muro. No, no es un error de sintaxis ni una alucinación. Me refiero al muro de
Facebook. Y a la pésima televisión local, al sensacionalismo de todos los
medios que de periódicos han devenido tabloides y de informativos tienen muy poco.
Es acerca de la VII Cumbre de las Américas en Panamá. Nada del comunicado
para mejorar las relaciones comerciales entre los países que participan. Mucho
menos de discursos emotivos como el de la Ministra de Educación de Panamá, Marcela
Paredes, enfatizando que “no se puede lograr una educación de calidad
sin equidad y prosperidad”. Nada de lo que vale y brilla. Solo peleas. Peleas barriobajeras,
griterías de fanáticos de estadio, vulgaridad de unos pocos. Peleas de gallos, un viejo vicio cubano.
¿Y quiénes
son los gallos? Pues cubanos a los dos extremos de la voluntad mayoritaria de
intentar una solución democrática y pacífica al régimen totalitario cubano. Nada
nuevo o imposible si consideramos a la Republica Checa de Havel, la extinta
URSS de Gorbachov, el Chile de Pinochet y
hasta la España de Franco.
De un lado, un grupo que vive en el oxímoron constante de llamarse
¨defensores de derechos humanos ¨en una isla donde esos derechos no existen.
Del otro, siempre informados de los eventos por los
infiltrados en el primer grupo, los infelices
seudopatriotas del totalitarismo que no ven que sus propios líderes y la mayoría
de su pueblo solo quiere el cambio lo antes posible, aunque la motivación sea más
económica que política.
Y detrás, todos los que ganan con la pelea: desde unos
minuticos de penosa y transitoria fama hasta esos que viven del producto “libertadparaCuba.com¨ en la política, en los periódicos, en las tiendas de pacotilla de Miami, en las agencias de viaje y en los que roban al Medicaid y se llevan la ganancia a la isla. Y por supuesto,en los inmorales
que, gracias al estado de las cosas por más
de medio siglo, viajan a Cuba y pueden financiarse sexo joven con su cheque de la
Seguridad Social o con su ayuda de desempleo española.
Estos gallos en su pelea patética son ciegos y
sordos a la democracia. No entienden de decisiones que, por suerte para muchos
otros, no se toman ni por descerebrados ni en el medio de una calle de Panamá a
patadas y a chillidos.
A todos estos
gallos les va pasar como al de Morón: se van a quedar sin plumas por mucho que cacareen.
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